Parque Nacional La Campana

Travesía Granizo - Ocoa

12.7km8hr721mt

Dificultad: media alta

Recorrido de travesía que une dos entradas al Parque Nacional, que se inicia en la de Granizo de Olmué y termina en la de Ocoa. Una caminata de mediana dificultad, aunque mayor en cuanto a duración y desniveles de altitud que las anteriores.

Una secuencia completa de visita a distintas comunidades vegetales en los ambientes de bosque esclerófilo, higrófilo y caducifolio, traspasando el límite norte del género Nothofagus en Sudamérica, con los últimos bosques de robles; así como los ambientes del matorral espinoso, donde se asienta la mayor población relicta de la palma chilena, una sobreviviente de los bosques tropicales que se introdujeron antes de la formación de la cordillera de los Andes.

Todo esto, salpicado de ecos y huellas de distintos pasados que se aparecen durante la caminata.

Recomendable realizar la travesía después de la primera lluvia del otoño hasta antes de la llegada de los calores de la primavera, y no hacerlo en días lluviosos, dada la fragilidad de los senderos y los mayores riesgos de accidente.

IMPORTANTE: Se recomienda planificar bien los tiempos de la caminata, ajustándose a los horarios de acceso y salida del Parque Nacional. Se sugiere comenzar la actividad puntualmente, a la hora de apertura de los accesos, para disponer de tiempos para la fotografía y la realización de breves descansos.

1. La Patagua

Aprovechando la humedad del fondo de esta quebrada colectora de las aguas del cordón montañoso, y las sombras de sus laderas expuestas al sur, se asientan estas antiguas pataguas.

La Patagua (Crinodendron patagua) es una especie propia del bosque higrófilo, de la zona de clima mediterráneo, que se distribuye entre el río Aconcagua y la región del Biobío.

Crece como arbusto o árbol siempreverde, leñoso. Alcanza hasta 10 metros de altura y se asienta en ambientes como éste, tanto en la cordillera de la Costa como en los Andes, alcanzando alturas de hasta 1.200 metros sobre el nivel del mar.

2. El Maray

El Maray es un instrumento artesanal utilizado por siglos desde la época de los incas para la fracturación y molienda de minerales.

Los incas trabajaron lavaderos de oro en el valle de Marga Marga y al pie del cerro La Campana. Desde el Qhapaq Ñan, el sistema vial andino que fue la columna vertebral del poder político y económico del Tawantinsuyo, salía un ramal que subía por la cuesta La Dormida, cruzaba este valle del estero Limache y remontaba hacia lo alto de la cuenca del Marga Marga. El mismo Pedro de Valdivia, a los pocos meses de iniciada la conquista española. incursionó por estos valles en busca del secreto de su ubicación que le reveló Michimalonco.

Recuerda Fernando Venegas las palabras de Benjamín Vicuña Mackenna a fines del siglo XIX, al comentar que “el cerro La Campana, que le da sombra, horizonte y fama, hallábase entonces orlado, al decir de los viajeros, de los vestigios de trapiches de oro, cuyas ruinas son hoy por todas partes una misteriosa estadística… y un cómodo asiento para el fatigado caminante en sus caseríos y paseos.”

3. Líquenes

El Parque Nacional La Campana se revela como un fascinante laboratorio natural para el estudio de la biodiversidad, destacando la presencia de los líquenes como organismos indicadores de la salud ambiental. Los líquenes, formados por la simbiosis entre hongos y algas o cianobacterias, desempeñan un papel crucial en la ecología del parque y ofrecen una ventana única para comprender la interacción entre los organismos y su entorno.

Diversidad Liquénea:

La diversidad de líquenes en el Parque Nacional La Campana es notoria, reflejando una amplia gama de adaptaciones a las condiciones climáticas y edáficas específicas de la región. La presencia de especies como Cladonia rangiferina y Parmotrema tinctorum revela la capacidad de estos organismos para colonizar hábitats diversos, desde rocas hasta troncos de árboles.

Efectos Ambientales:

El estudio de líquenes en este ecosistema proporciona valiosa información sobre la calidad del aire y la presencia de contaminantes atmosféricos. Dada su sensibilidad a la contaminación, los líquenes pueden servir como bioindicadores, permitiendo evaluar la salud ambiental del parque y detectar posibles impactos antropogénicos.

Interacciones Simbióticas:

La relación simbiótica entre los componentes fúngicos y fotobiontes de los líquenes es esencial para su supervivencia. Las condiciones específicas del Parque Nacional La Campana, como la altitud y la humedad relativa, influyen en la composición de estas asociaciones simbióticas, ofreciendo un terreno fértil para investigaciones más profundas sobre los factores que determinan la dinámica de estas comunidades.

Importancia Conservacionista:

La conservación de los líquenes en el Parque Nacional La Campana adquiere una importancia crucial en el contexto de la preservación de la biodiversidad. Dado que estos organismos desempeñan roles ecológicos esenciales, su estudio y protección contribuyen directamente a la salud general del ecosistema, promoviendo la estabilidad y la resiliencia de la flora y fauna circundantes.

4. Lingue y Canelo

En este sector de bosque laurifolio higrófilo destacan dos nuevas especies de árboles, que requieren especiales condiciones ambientales para adaptarse en estas latitudes.

El lingue (Persea lingue), es endémico de Chile y se distribuye entre el Aconcagua y Chiloé. Es un árbol perennifolio, que alcanza hasta 25 m de altura.

Pariente del palto (Persea americana), crece muy vertical cuando joven, ensanchando su copa lentamente. Sus hojas de borde liso son elípticas, verdes por encima y rojizas por debajo. El fruto es una baya carnosa con una semilla de color negro azulado, que atrae especialmente a las torcazas.

Su madera es muy bien valorada. Y su corteza se utiliza como infusión en la medicina natural: contiene tanino, aplicándose en disenterías crónicas y en casos de tumores, leucorreas y metritis crónica.

El canelo (Drimys winteri), árbol sagrado del pueblo mapuche, símbolo de benevolencia, paz y justicia, se extiende entre la región de Coquimbo y el cabo de Hornos.

Es un árbol siempreverde, de follaje tupido y copa piramidal. Sus hojas son lisas, de color verde lustroso en la parte superior y más gris en la inferior. Sus flores son de tamaño regular, color blanco puro y pecíolos rojizos, que exhalan una fragancia suave y se conglomeran en una especie de racimo. Sus frutos son bayas ovaladas negruzcas, que contienen entre 6 y 8 semillas.

Para las machis, la acción de su corteza y sus hojas posee propiedades tónicas, estimulantes y excitantes, curativas del dolor y las enfermedades. . Su cocción se usó para dar baños a paralíticos, en tratamientos odontológicos, de úlcera y sarna. Y sobre sus ramas acostaban a los enfermos durante los baños de vapor".

Ganó fama curativa por el tratamiento del escorbuto, enfermedad que diezmaba a los marineros que cruzaban por el Cabo de Hornos, por la falta de vitaminas. En 1579, John Winter, vicealmirante de Sir Francis Drake, llevó la corteza a Europa tras utilizarla para curar la enfermedad entre los miembros de la tripulación. De allí que el nombre científico asignado a la especie sea Drimys winteri.

5. Tayú del norte

Estamos en un sector donde más abunda el Tayú del norte (Dasyphyllum excelsum), también conocido como palo santo, en un ambiente muy especial, que le es propicio para sobrevivir y asentarse en pequeñas comunidades. Se trata de una especie declarada en peligro de extinción el año 2022, endémica de Chile central, perenne, siempreverde.

Actualmente se distribuye en unas pocas quebradas con características relictas entre las regiones de Valparaíso y el Maule, en una fracción de lo que habría sido su distribución original.

Se trataría de un ancestro viviente, al formar parte de un grupo de la familia Asteraceae, que según el botánico argentino Angel Lulio Cabrera, "habría tenido su origen en las sierras de la cordillera de la Costa, desde donde habría emigrado hacia gran parte de Sudamérica antes del levantamiento de la cordillera de Los Andes”.

Lo puedes reconocer teniendo en cuenta que es un árbol de fuste recto y cilíndrico, de corteza blanda, grisácea y marcadas con fisuras longitudinales profundas. Sus tallos están cubiertos por pelos blanquecinos. Tiene hojas alternas, de color verde oscuro, de forma aovada. Están dotadas de espinas en la base de las hojas.

6. Bosque esclerófilo y neblina costera

Durante los inviernos, espesas neblinas de mañana que vienen desde el mar y son impulsadas por los vientos, penetran por el valle de Olmué, se estrellan contra el sistema montañoso de los cerros La Campana y El Roble y son aprovechadas por el bosque esclerófilo para asentarse.

Este mismo fenómeno se le conoce más al norte como "camanchaca". Está formada por una capa de nubes de tipo estratocúmulos que cubren en forma persistente una franja costera que recorre desde Perú hasta Chile central.

La vegetación se ve favorecida por factores de compensación climática como influencia de estas neblinas costeras, la baja incidencia de la radiación solar y su ubicación en la zona de barlovento de la cordillera de la Costa.

Estamos en medio de la comunidad vegetal del bosque esclerófilo de peumo y boldo, con una estrata de árboles perennes, pobre en arbustos y una estrata herbácea con algunos helechos y abundancia de enredaderas.

El Peumo (Cryptocarya alba), es un árbol perennifolio, endémico de Chile, que crece entre las provincias de Limarí por el norte hasta la de Cautín por el sur. Florece entre noviembre y diciembre. Puedes reconocer sus flores de color amarillo o su fruto carnoso, elipsoide, blanco o rosado.

El Boldo (Peumus Boldus), también árbol perennifolio endémico de Chile, crece entre la bahía de Tongoy y Osorno. Florece desde junio a agosto. Su fruto carnoso, de color verdeamarillento, es dulce y aromático. Sus hojas ovaladas y ásperas, se utilizan como infusión para atender problemas del hígado.

7. Minería

Hacia 1830, un cura de la parroquia Santa Cruz de Limache, descubrió una veta de cobre en el cerro La Campana. Su descubrimiento recorrió a voces la región y al poco tiempo el cerro estuvo cubierto por todos sus flancos, el de Olmué y el de Ocoa.

A mitad de siglo, comenzaría la explotación minera a escala industrial y a fines de la década de 1920 se conformó la Compañía Minera e Industrial La Campana, con 26 pertenencias mineras en el cerro. Esta sociedad entró en crisis durante la segunda guerra mundial. Se reactivó a comienzos de los años 70 y hubo que esperar hasta 1994 para que fueran clausurados los últimos yacimientos en explotación.

La actividad minera heredó los caminos al interior del Parque Nacional, utilizados actualmente por el personal de guardaparques y ciclistas. Sin embargo, generó un fuerte impacto en el paisaje. Acumulaciones de material estéril, formando montículos o conos en las cercanías de los yacimientos. El trabajo minero modifica el perfil de la ladera, favoreciendo la caída gravitacional de materiales rocosos, arrastrados por sedimentos más finos a favor de la pendiente durante la época de lluvias.

8. Robles

La subida nos trae a una nueva comunidad forestal. Se trata del bosque caducifolio - el que pierde sus hojas anualmente - con predominio del Roble (Nothofagus macrocarpa), una especie endémica, que se observa en forma discontinua por la cordillera de la Costa entre esta zona por el norte y hacia el sur de Pichilemu. Y por la cordillera de los Andes, entre las latitudes de San Fernando y Talca.

Estas formaciones boscosas se encuentran en zonas altas, aisladas unas de otras, donde las condiciones del microclima permiten su sobrevivencia. Se distribuyen en pequeños sectores, ubicándose principalmente en lugares con exposición sur, más húmedos y fríos, evitando la insolación y altas tasas de evapotranspiración.

Sólo se pueden mantener en esta latitud, gracias a factores de compensación climática asociados a las neblinas costeras y al barlovento, los que aportan una mayor humedad al ambiente. Y al efecto de una mayor altura sobre las temperaturas, alcanzando sectores donde suele nevar.

Su madera fue explotada intensamente como durmientes para la construcción del ferrocarril que unía Santiago y Valparaíso, quedando actualmente bosques en su mayoría renovales.

Este lugar también corresponde al límite norte del género Nothofagus en Sudamérica, el que en Chile tiene otras 9 especies, características de los bosques templados del sur y la Patagonia.

El origen del género Nothofagus se remontaría a 80 millones de años atrás en lo que hoy corresponde a la península Antártica, todavía formando parte del supercontinente de Gondwana, mucho antes de que ésta se congelara. A través de puentes terrestres pudieron dispersarse y poblar territorios que hoy corresponden a la zona austral de Chile y Argentina, así como también a Australia, Nueva Zelanda y Nueva Guinea, separados actualmente por el enorme océano Pacífico, producto de las derivas continentales.

9. Portezuelo

Llegamos a la línea de cumbre, al portezuelo de Ocoa, el punto más alto de la travesía, y la panorámica se nos multiplica.

La línea divisoria de las aguas, demarcada por un muro de piedras en forma de pirca, que separa también dos propiedades de muy diferente historia y características. Hacia Granizo de Olmué, fueron los indios herederos de la encomendera Mariana de Osorio en el siglo XVII quienes se organizaron como comuneros. Hacia Ocoa, como resultado de una hacienda que fuera de los jesuitas en el siglo XVIII y, luego de su expulsión, administrado como un latifundio que se subdividió en 5 partes a fines del siglo XIX, siendo una de éstas el actual sector Ocoa del Parque Nacional.

Hacia el norte, divisamos el valle del Aconcagua y los cordones montañosos transversales que acompañan su curso. En días despejados podemos ver a 144 km de distancia las cumbres nevadas del cerro Mercedario, ubicado en la provincia de San Juan, Argentina, que alcanza los 6.770 msnm de altura.

Hacia el sur, el valle del estero Limache, cuyas aguas nacen en el cajón de la Dormida, al pie de los cerros Vizcacha y Punta Imán, corriendo casi paralelo al Aconcagua, vierte sus aguas finalmente en éste a solo 8 km de su desembocadura.

A escala regional, estamos en un punto de transición entre un clima de tipo mediterráneo a otro semiárido. A escala local, pasamos de un clima de umbría, con mayoría de laderas orientadas al sur, a otro de solana, con laderas más expuestas al norte. La neblina costera pierde el influjo que hemos analizado hasta aquí, cuando entramos por Granizo.

Todos estos factores tienen importantes consecuencias en la diversidad y distribución de las comunidades vegetales que estamos visitando. Del predominio de zonas de bosque, pasamos a zonas con predominio del matorral esclerófilo.

Descendiendo por el sendero, destaca la presencia del Chagualillo (Puya Coerulea), planta de hasta 2,5 metros de alto, hojas grises alargadas, escamosas, con un margen espinoso reunidas en rosetas inclinadas, que crece sólo en la cordillera de la costa entre los 500 y los 2.000 msnm, entre las regiones de Coquimbo y Valparaíso. Se asienta sobre sustratos rocosos graníticos, enfrentando altas pendientes, para luego desaparecer bajo los 1000 msnm.

10. Quebrada el Amasijo

Pon atención a la quebrada que ves bajo tus pies. Se llama el Amasijo. Sus aguas abastecen al estero Rabuco, el que nace cuando éstas se juntan con las provenientes de la quebrada El Cuarzo, a tu derecha, y muere cuando vierte sus aguas en el río Aconcagua.

De las cumbres de esta pequeña cuenca se han desgajado bloques de rocas, rodando cuesta abajo por sus laderas inclinadas en distintos ángulos. Depositadas allí por algún accidente natural; luego fragmentadas por efectos del agua y los cambios de temperatura, hasta convertirse poco a poco en maicillo y mezclarse con barros.

Y es en este especial escenario donde se asienta la mayor población de palmas chilenas, la especie de palma más meridional del planeta, endémica de Chile central. Se trata de una verdadera sobreviviente de los bosques tropicales que existieron hace 30 millones de años en nuestro territorio, antes que se formara la cordillera de los Andes la que actuaría a futuro como una. barrera para tales intromisiones de especies.

Sobreviviente también a la posterior sobreexplotación que sufrió desde la Colonia hasta fines del siglo pasado, producto de la extracción de su savia y la fabricación de una apetecida miel. Se estima que actualmente existe apenas un 5 por ciento de lo que fueron sus poblaciones originales.

Un estudio de 2017, orientado a cuantificar el número de ejemplares en sus distintas distribuciones geográficas en el país, entre La Serena por el norte y Pencahue por el sur, calculó una población total de 121 mil ejemplares. ¡Y casi dos tercios de estos individuos se concentran aquí, en el pequeño valle de Ocoa!

11. Agua El sapo

Las aguadas son puntos obligados de parada y descanso de los arrieros que históricamente han traído a estos cerros a pastar sus animales, siguiendo viejas tradiciones comuneras.

Las comunidades de campo, formalmente llamadas Comunidades Agrícolas a partir de la década del 60 del siglo pasado, son una forma colectiva particular de tenencia de la tierra cuyo origen es posible rastrear en tiempos de la colonia, desde el siglo XVI, especialmente en zonas de cerro, de baja productividad agrícola, que no fueron de interés de los conquistadores.

“En su existencia cotidiana los comuneros continúan realizando ganadería trashumante, a pesar de que pierden dinero. Continúan con sus paisajes de adoración, cofradías de bailes chinos, encienden velas a la Virgen y hacen rogativas a los santos y santas patronas, para que llueva, para tener agüita para las cosechas, para que salga pasto en las cordilleras. Continúan recuperando su historia local, registrando su pasado de valor y resiliencia frente a la adversidad”.

En favor de los arrieros, se piensa que sus animales han jugado un rol importante en colonizar de palmas las zonas más altas, diseminando sus coquitos a través de sus fecas, pues al igual que los roedores gustan mucho de ellos.

12. El Amasijo

Estamos en el área núcleo del Parque Nacional La Campana, en una zona donde se concentra el objeto principal de protección que motivó la creación del Parque Nacional: la Palma chilena.

Investigadores de la Universidad de Chile realizaron estudios de diversidad genética de la especies en las distintas localizaciones donde se encuentra la palma chilena en el país, revelando que existe una alta consanguinidad entre éstas, lo que expresa rasgos endogámicos que disminuyen sus capacidades de adaptación y evolución ante los cambios en el ambiente, conllevando un mayor riesgo de extinción.

Los cruzamientos se realizan entre plantas de la misma población o “familiares cercanos” y hay escasa sobrevivencia de plántulas en forma natural. Por otro lado, la dispersión natural de semillas -otro mecanismo que promueve el intercambio de genes- es realizada por pequeños roedores como el Degú (Octodon degus) y el Cururo (Spalacopus cyanus), animales que se alimentan de estas semillas, y que las trasladan de un lugar a otro, pero lo hacen a distancias no mayores a seis metros, a diferencia de lo que ocurría antiguamente, cuando este proceso era realizado por especies más grandes, como la megafauna extinta o el guanaco, que movían estos frutos a mayores distancias.

Entre las causas de esta baja diversidad genética destacan la fragmentación del hábitat, el deterioro del bosque mediterráneo, las actividades humanas, la falta de animales que dispersen sus semillas a larga distancia y el déficit de regeneración natural.

13. Erosión de senderos

Los senderos se deterioran con el paso del tiempo, requieren ser manejados para que las personas puedan transitarlos en forma sustentable y segura.

En su deterioro influye la erosión provocada principalmente por las lluvias sobre las carpetas de las sendas. Ya sea por fuertes pendientes, por malas inclinaciones para el desagüe o por suelos inestables.

También influye el uso histórico de la huella. Las sendas arrieras suelen generar profundas cárcavas como las que hemos estado sorteando en los últimos trayectos. La pata del caballo es más pequeña que la nuestra y la presión que ejerce su pisada es varias veces mayor. Y cuando el suelo está barroso, cala más hondo.

Esta travesía pasa por distintos tipos de senderos, unos más exigentes que otros, cambiando de ambientes de bosque a matorral, alternando panorámicas de valles y montañas, deslumbrándonos con la distribución de rocas y palmas. También utiliza pequeños tramos de caminos que construyeron los antiguos empresarios mineros, que operaron antes en lo que hoy es el Parque Nacional La Campana.

Ya que caminar nos produce placer, también debe preocuparnos en qué estado están los senderos, si están bien señalizados y de provocar el menor daño posible con nuestra pisada, tanto en la calzada como en su entorno.

Qué mejor lugar para hacer esta reflexión, donde palma y sendero simulan una lucha entre titanes. Un silencioso llamado a la responsabilidad del caminante para proteger la huella y a este solitario individuo.