La historia del Parque Nacional La Campana, en la Región de Ocoa, se entrelaza con la explotación histórica de la palma chilena y la presencia de las enigmáticas "piedras tacitas". Durante el siglo XIX y principios del XX, la palma chilena fue intensamente explotada en esta región para la producción de miel de palma y aguardiente, lo que resultó en su drástica disminución. Además, en este paraje, se pueden encontrar las piedras tacitas, misteriosas petroglifos que datan de tiempos precolombinos y que añaden un elemento arqueológico a la rica historia de La Campana. Esta historia de sobreexplotación de recursos naturales y la presencia de estos petroglifos ilustra la importancia de la conservación de la flora y el patrimonio cultural en esta área.
Circuito El Palmar - Punto N°1
En 1936, el eminente botánico Gualterio Looser propuso a las autoridades la conservación del palmar de Ocoa, el más extenso que iba quedando en torno a Valparaíso, y las roblerías del cerro La Campana, pues constituyen el límite norte de esta importante familia de árboles chilenos, vestigio de una época geológica con un clima más húmedo que el actual.
En 1964, Agustín Garaventa y Álvaro Valenzuela iniciaron una fuerte campaña para la conservación del área, logrando que el diputado Eduardo Ballesteros presentara el proyecto de Ley para declararla como Parque Nacional. Este nace de manera formal bajo la Ley N° 16.699, promulgada el 17 de octubre de 1967, pero sin delimitar la superficie que abarcaba.
En octubre de 1968, el propietario del fundo Las Palmas de Ocoa, Raúl Ovalle, donó al fisco parte de sus terrenos, con el objetivo de que el Estado cuidara la vegetación existente en sus cerros, cajones y quebradas, y que protegiera a las palmas chilenas existentes o que nacieran en el futuro. Todo esto, bajo una condición: que la familia pudiera continuar haciendo usufructo del palmar para extracción de miel y la recolección de semillas, lo que ocurrió hasta 1982.
La donación se realizó en el contexto político de la Reforma Agraria. En el sector, varios fundos vecinos habían sido expropiados y luego subdivididos, otorgándose parcelas y derechos a cerro a los antiguos inquilinos. Así, con la donación se evitó la expropiación y la entrega de parcelas a los inquilinos y el dueño pudo continuar explotando su principal recurso por 15 años.
Circuito El Palmar - Punto N°9
La miel de palma es un producto derivado de la savia de la palmera. Para obtenerla, la palma debe ser ‘volteada’. Produce hasta 500 litros de savia en nueve meses, y es productiva hasta por dos años.
Desde la época de la conquista, su técnica de producción ha sido la misma. La palma tenía una presencia generalizada en el Chile central, pero su explotación se intensificó durante la República, provocando la merma de la especie.
Una excepción fue Ocoa. En el siglo XX se desarrolló un sistema de rotación, para no voltear todas las palmas de un mismo sector. Se explotaban alrededor de 300 palmas por temporada. Según describen los ex inquilinos del fundo, la labor de la miel implicaba un trabajo exhaustivo y agotador, pero a pesar de esto recuerdan aspectos del trabajo con nostalgia.
La miel era vendida por los patrones del fundo. El trabajo se encargaba a los inquilinos. Para muchas personas que lo realizaban era reprobable la tala de palmas, y se alegraron de que esta actividad haya dejado de practicarse.
Circuito El Palmar - Punto N°13
Una piedra tacita es una roca de gran tamaño con un detalle muy particular: un agujero perfectamente perforado justo en el centro de su superficie. Esta roca perforada corresponde a un importante vestigio arqueológico de los grupos humanos que habitaron Chile central durante el período prehispánico denominado Alfarero temprano, ubicado entre el año 150 A.C. al 700 D.C.
La perforación de la roca puede tener forma circular, cónica, elipsoidal o semicircular, y su funcionalidad ha sido estudiada desde el siglo XIX. A veces es posible ubicar varios juntos o separados de manera equidistante, pero también hay casos en que han sido halladas dispuestas de manera solitaria.
En Chile, se ha llegado a la conclusión de que estas estructuras sirvieron al propósito de moler o triturar materiales de origen mineral, animal o vegetal, como por ejemplo, semillas. Sin embargo, como aquellos grupos humanos se extinguieron con el paso del tiempo, no es posible indagar en otras posibles funciones de las piedras tacita, aunque también se supone que tuvieron una función ceremonial.
Circuito El Quillay - Punto N°4
La buitrera es el nombre de esta hermosa quebrada y de las zonas de riscos donde anidan y se resguardan los grandes rapaces como el jote cabeza colorada.
Para acoger a los visitantes al Parque Nacional se habilitó este camping, combinando espacios sombreados en medio de este hermoso bosque de especies esclerófilas y palmas chilenas; con otros sitios sin sombra, pensados para los días más fríos o para disfrutar de las noches de cielos estrellados.
Lástima que tuviera que cerrarse años atrás, producto de la prolongada sequía y la falta de disponibilidad de agua para acoger a los visitantes, siendo hoy día solo utilizado como zona de picnic.
Una huella de la historia reciente del Parque y una prueba humanizada de las sucesiones socioecológicas.
Circuito El Quillay - Punto N°12
Los hornos de barro se encuentran presentes en distintos sectores del parque, no todos son de fácil visibilidad puesto que muchos de ellos se encuentran ocultos por barro y plantas que han crecido sobre sus escombros. Los hornos son un vestigio de una de las principales actividades económicas tradicionales de Chile Central: la elaboración de carbón. Esta actividad data desde los tiempos de la colonia y el proceso partía con la extracción de leña de árboles del bosque esclerófilo, de mayor preferencia espino, boldo, litre y peumo. Luego, la leña era introducida en el horno de barro y quemada en condiciones casi completamente herméticas para elaborar el carbón.
Los hornos eran construidos con capas de barro fresco y arcilloso dispuesto de forma curvada, estructura a la que luego se le realizaban perforaciones pequeñas por todo el contorno para permitir la salida del humo. La puerta solía ser un trozo de latón ubicado en la parte inferior del horno y era sellada con barro una vez que se encendía el fuego.
Actualmente, debido a que las especies arbóreas nativas se encuentran sujetas a diversas amenazas, se ha prohibido su uso para la elaboración de carbón debido a que su extracción y tala excesiva han contribuido a la pérdida de superficie del bosque esclerófilo.
Circuito El Quillay - Punto N°14
No está muy claro el origen de estos vestigios de la actividad humana.
De acuerdo al Consejo de Monumentos Nacionales “Las piedras tacitas son restos arqueológicos característicos de la zona central de Chile, que habrían sido elaborados por pueblos cazadores recolectores hace más de 10.000 años. Aunque se presentan en una diversidad de tamaños y formas, se trata generalmente de una superficie rocosa horizontal y plana, en la que se han labrado concavidades de poca profundidad en forma circular u oblonga. En general, se ubican en espacios asociados a un uso ritual, aunque se estima que habrían sido empleadas fundamentalmente para la molienda de semillas, lo que daría cuenta del impacto del cambio climático en las costumbres humanas, pues esta técnica habría sido empleada para proveer de alimentación a las bandas recolectoras, tras el fin de la mega fauna”.
Los estudios arqueológicos practicados en el parque nacional han encontrado algunas evidencias de presencia humana del período Alfarero Temprano. Se trata de comunidades del llamado Complejo Cultural Llolleo, presentes entre los años 300 y 900 d.C, que se asentaban en torno a valles y quebradas, viviendo en pequeños grupos y alimentándose de recursos cercanos.
Aunque eran cazadoras de fauna, los vegetales también formaban parte fundamental de su dieta, lo que se evidencia en el uso de manos y piedras de moler, así como con estas piedras horadadas.
Circuito La Cascada - Punto N°1
Estas rocas perforadas, las cuales también es posible observar en otros puntos de las Rutas de Ocoa, corresponden a vestigios arqueológicos de los grupos humanos que habitaban la zona central de Chile en el período conocido como Alfarero temprano, entre el año 150 A.C. al 700 D.C.
En el valle de Aconcagua, es posible encontrarlas en zonas cercanas a cursos de agua y aunque muchas de estas quebradas o esteros están secos en la actualidad, existen estudios que han determinado que las piedras tacita suelen ubicarse entre los 500 y 900 m.s.n.m, es decir, es una zona con muy buen acceso a la disponibilidad de recursos bióticos. Esto confirmaría la hipótesis de que las piedra tacita habrían sido utilizadas principalmente para la molienda de alimentos o medicinas naturales, para la subsistencia del grupo o para fines rituales
Otro hecho importante respecto de estos vestigios arqueológicos es que debido a que todas las piedras tacita ubicadas en Chile central tienen agujeros similares, se postula que habría existido una pauta cultural de cómo realizar la perforación en la roca.
Estos antecedentes nos permiten reconocer que las piedra tacita son muy relevantes para determinar los modos de vida de los grupos humanos que habitaban nuestro territorio y entender mejor nuestra cultura. Es por esto que es necesario protegerlas de daños que muchas de ellas han sufrido en las últimas décadas, como el dibujo de graffiti o su desplazamiento.
Circuito La Cascada - Punto N°5
El Parque Nacional La Campana fue hasta su creación, un lugar en que se realizaban diversas actividades económicas y tradicionales, muchas de ellas asociadas al desarrollo de haciendas de gran envergadura como la Hacienda de Olmué o la Comunidad Mariana de Osorio, originadas en los tiempos de la colonia. Las principales actividades que se realizaban estaban relacionadas con la producción agrícola y la crianza de ganado, cuyos vestigios es posible observar en la actualidad, dentro de los cuales se encuentran los tranques, portezuelos y pircas. Estas estructuras tienen un gran valor cultural ya que son un registro histórico del estilo de vida rural en el sector. Además, guardan un valor emotivo para las generaciones de arrieros que han continuado el desarrollo de estas actividades tradicionales. Las pircas son muros de baja altura, construidos apilando rocas sin tallar y han sido utilizadas tradicionalmente para la división de propiedades.
Circuito La Cascada - Punto N°11
¿Cómo era la cultura de esa primera mitad del milenio que terminó en el año 2000?
Domesticaron plantas y camélidos. Guanaco, carne y huesos aprovechados como instrumentos. Valle bajos, apto para el desarrollo de la agricultura. Cerámica rojo engobada y anaranjada. Cementerios cercanos a las viviendas. Se discute su uso doméstico como molienda de alimentos o ritual, unido a ceremonias o cultos al agua
Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°2
El Maray es un instrumento artesanal utilizado por siglos desde la época de los incas para la fracturación y molienda de minerales.
Los incas trabajaron lavaderos de oro en el valle de Marga Marga y al pie del cerro La Campana. Desde el Qhapaq Ñan, el sistema vial andino que fue la columna vertebral del poder político y económico del Tawantinsuyo, salía un ramal que subía por la cuesta La Dormida, cruzaba este valle del estero Limache y remontaba hacia lo alto de la cuenca del Marga Marga. El mismo Pedro de Valdivia, a los pocos meses de iniciada la conquista española. incursionó por estos valles en busca del secreto de su ubicación que le reveló Michimalonco.
Recuerda Fernando Venegas las palabras de Benjamín Vicuña Mackenna a fines del siglo XIX, al comentar que “el cerro La Campana, que le da sombra, horizonte y fama, hallábase entonces orlado, al decir de los viajeros, de los vestigios de trapiches de oro, cuyas ruinas son hoy por todas partes una misteriosa estadística… y un cómodo asiento para el fatigado caminante en sus caseríos y paseos.”
Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°7
Hacia 1830, un cura de la parroquia Santa Cruz de Limache, descubrió una veta de cobre en el cerro La Campana. Su descubrimiento recorrió a voces la región y al poco tiempo el cerro estuvo cubierto por todos sus flancos, el de Olmué y el de Ocoa.
A mitad de siglo, comenzaría la explotación minera a escala industrial y a fines de la década de 1920 se conformó la Compañía Minera e Industrial La Campana, con 26 pertenencias mineras en el cerro. Esta sociedad entró en crisis durante la segunda guerra mundial. Se reactivó a comienzos de los años 70 y hubo que esperar hasta 1994 para que fueran clausurados los últimos yacimientos en explotación.
La actividad minera heredó los caminos al interior del Parque Nacional, utilizados actualmente por el personal de guardaparques y ciclistas. Sin embargo, generó un fuerte impacto en el paisaje. Acumulaciones de material estéril, formando montículos o conos en las cercanías de los yacimientos. El trabajo minero modifica el perfil de la ladera, favoreciendo la caída gravitacional de materiales rocosos, arrastrados por sedimentos más finos a favor de la pendiente durante la época de lluvias.
Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°9
Llegamos a la línea de cumbre, al portezuelo de Ocoa, el punto más alto de la travesía, y la panorámica se nos multiplica.
La línea divisoria de las aguas, demarcada por un muro de piedras en forma de pirca, que separa también dos propiedades de muy diferente historia y características. Hacia Granizo de Olmué, fueron los indios herederos de la encomendera Mariana de Osorio en el siglo XVII quienes se organizaron como comuneros. Hacia Ocoa, como resultado de una hacienda que fuera de los jesuitas en el siglo XVIII y, luego de su expulsión, administrado como un latifundio que se subdividió en 5 partes a fines del siglo XIX, siendo una de éstas el actual sector Ocoa del Parque Nacional.
Hacia el norte, divisamos el valle del Aconcagua y los cordones montañosos transversales que acompañan su curso. En días despejados podemos ver a 144 km de distancia las cumbres nevadas del cerro Mercedario, ubicado en la provincia de San Juan, Argentina, que alcanza los 6.770 msnm de altura.
Hacia el sur, el valle del estero Limache, cuyas aguas nacen en el cajón de la Dormida, al pie de los cerros Vizcacha y Punta Imán, corriendo casi paralelo al Aconcagua, vierte sus aguas finalmente en éste a solo 8 km de su desembocadura.
A escala regional, estamos en un punto de transición entre un clima de tipo mediterráneo a otro semiárido. A escala local, pasamos de un clima de umbría, con mayoría de laderas orientadas al sur, a otro de solana, con laderas más expuestas al norte. La neblina costera pierde el influjo que hemos analizado hasta aquí, cuando entramos por Granizo.
Todos estos factores tienen importantes consecuencias en la diversidad y distribución de las comunidades vegetales que estamos visitando. Del predominio de zonas de bosque, pasamos a zonas con predominio del matorral esclerófilo.
Descendiendo por el sendero, destaca la presencia del Chagualillo (Puya Coerulea), planta de hasta 2,5 metros de alto, hojas grises alargadas, escamosas, con un margen espinoso reunidas en rosetas inclinadas, que crece sólo en la cordillera de la costa entre los 500 y los 2.000 msnm, entre las regiones de Coquimbo y Valparaíso. Se asienta sobre sustratos rocosos graníticos, enfrentando altas pendientes, para luego desaparecer bajo los 1000 msnm.
Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°11
Las aguadas son puntos obligados de parada y descanso de los arrieros que históricamente han traído a estos cerros a pastar sus animales, siguiendo viejas tradiciones comuneras.
Las comunidades de campo, formalmente llamadas Comunidades Agrícolas a partir de la década del 60 del siglo pasado, son una forma colectiva particular de tenencia de la tierra cuyo origen es posible rastrear en tiempos de la colonia, desde el siglo XVI, especialmente en zonas de cerro, de baja productividad agrícola, que no fueron de interés de los conquistadores.
“En su existencia cotidiana los comuneros continúan realizando ganadería trashumante, a pesar de que pierden dinero. Continúan con sus paisajes de adoración, cofradías de bailes chinos, encienden velas a la Virgen y hacen rogativas a los santos y santas patronas, para que llueva, para tener agüita para las cosechas, para que salga pasto en las cordilleras. Continúan recuperando su historia local, registrando su pasado de valor y resiliencia frente a la adversidad”.
En favor de los arrieros, se piensa que sus animales han jugado un rol importante en colonizar de palmas las zonas más altas, diseminando sus coquitos a través de sus fecas, pues al igual que los roedores gustan mucho de ellos.