4.6km2hr 18min130mt
Dificultad: baja
Recorrido de baja dificultad, por áreas de quebradas y lomajes bajos, donde abunda la palma chilena, alternando por ambientes de bosque esclerófilo, bosque higrófilo y matorral espinoso.
Todo esto, salpicado de ecos de distintos pasados que a través de sus huellas aparecen durante la caminata.
Recomendable visitar después de la primera lluvia del otoño hasta el mes de octubre, para evitar calores intensos y exposición al sol.
Arrastrar
Las líneas de cumbre que observamos corresponden a divisorias de aguas entre distintas cuencas hidrográficas. La parte visible corresponde a la cuenca de Ocoa, que vierte sus aguas al río Aconcagua.
¿Y la invisible? El segmento de línea que está a tu derecha y que culmina en la cumbre del cerro La Campana, separa aguas de la quebrada de El Bellotal de Rabuco, que también vierte hacia el Aconcagua. Atrás del segmento que continúa a la izquierda de tal cima hasta la de la Punta Imán, las vierte al estero Limache, cuyas aguas alimentan también el río Aconcagua a apenas 8 km de su desembocadura en el Pacífico.
Entre la Punta Imán y el cerro El Roble, nos separamos de la mini cuenca del estero Caleu, cuyas aguas vierten primero al estero Til Til y luego sucesivamente a los esteros Lampa y Colina y de allí a los ríos Mapocho y Maipo hasta culminar su tránsito en el mar, en el límite de las comunas de San Antonio y Santo Domingo.
Y tras las línea que continúa a la izquierda del cerro El Roble, sus aguas también vierten a esteros tributarios del río Aconcagua.
La Palma chilena o Jubaea chilensis es una especie autóctona de Chile Central y aunque tiene una amplia distribución geográfica, que va desde la región de Coquimbo hasta la región del Maule, sus poblaciones se encuentran fragmentadas y en la actualidad sólo es posible encontrarlas en algunos sitios puntuales.
Puesto que la población de palma chilena en el territorio nacional ha disminuído en cerca de un 98% en los últimos dos siglos y que la tasa de ejemplares jóvenes es muy baja, esta especie ha sido declarada en la categoría de vulnerable.
La regeneración de los palmares es un proceso de varias etapas ya que al igual que otras plantas, sus flores deben ser polinizadas para la producción de frutos cuyas semillas luego deben ser dispersadas. Posteriormente, las semillas deben encontrar las condiciones de suelo, temperatura y humedad apropiadas para germinar. Pero el proceso no termina allí ya que las plántulas deben ser capaces de sobrevivir las fases tempranas de su desarrollo para poder alcanzar las dimensiones de las palmas que observamos en el parque hoy en día.
Las semillas de la palma, estos coquitos muy apetecidos por especies de roedores como el Degú (Octodon degus), son recolectadas para el consumo humano ya que tienen un sabor muy parecido al coco tropical. También se produce miel a partir de la extracción de su sabia, y aunque en la actualidad esto se lleva a cabo a través de un proceso sostenible que no daña a la palma, antiguamente eran derribadas para hacerla escurrir. Cuando estas prácticas se realizan de manera indiscriminada y se altera el desarrollo normal de la palma, se interfiere con su ciclo de reproducción y regeneración. Si además se afectan las condiciones de suelo que rodean a un ejemplar, tendremos casos de palmas solitarias que han ido quedando aisladas. La gran palma solitaria tiene al menos la compañía de árboles del bosque esclerófilo como el Maitén (Maytenus boaria) y el Quillay (Quillaja saponaria).
Los cambios en las condiciones climáticas y en los usos del suelo favorecen procesos de colonización de nuevas especies y de extinción de otras, las que dejan huellas observables en el tiempo y en el espacio.
De esta manera, no es raro que en períodos largos de sequía las superficies de bosque vayan cediendo espacio a las especies del matorral espinoso y xerófitas, las que gracias a la modificación de sus hojas, tallos y raíces son capaces de absorber y retener el agua durante largos períodos de tiempo para sobrevivir.
Como ves, nada es estático en la naturaleza. Los ecosistemas se vuelven más o menos complejos, de acuerdo a la diversidad de seres vivos que contienen y que atraen.
La buitrera es el nombre de esta hermosa quebrada y de las zonas de riscos donde anidan y se resguardan los grandes rapaces como el jote cabeza colorada.
Para acoger a los visitantes al Parque Nacional se habilitó este camping, combinando espacios sombreados en medio de este hermoso bosque de especies esclerófilas y palmas chilenas; con otros sitios sin sombra, pensados para los días más fríos o para disfrutar de las noches de cielos estrellados.
Lástima que tuviera que cerrarse años atrás, producto de la prolongada sequía y la falta de disponibilidad de agua para acoger a los visitantes, siendo hoy día solo utilizado como zona de picnic.
Una huella de la historia reciente del Parque y una prueba humanizada de las sucesiones socioecológicas.
Como se ha observado en distintos sitios a lo largo de este recorrido, la sucesión ecológica toma lugar donde las especies son sustituidas por otras con mejores adaptaciones a las condiciones ambientales cambiantes. Este proceso da cuenta de las dinámicas de colonización y extinción en el ecosistema presente en el Parque Nacional La Campana.
Dentro de los tipos de sucesiones ecológicas se considera la sucesión primaria que ocurre en lugares en que no existe vegetación, por lo que las semillas de especies de plantas provenientes desde otros sitios colonizan el sustrato generando las condiciones para la llegada de otras especies. Sin embargo, en el parque suele darse la sucesión secundaria que corresponde a aquella que ocurre en lugares en los que ya existe vegetación establecida, pero esta comienza a ser reemplazada por nuevas especies. Un ejemplo de esto son casos como los de algunos peumos que tras haber alcanzado una gran altura son capaces de generar la sombra y humedad necesarias para que semillas de quillay sean capaces de proliferar bajo ellos. Como el cambio climático ha traído consigo una disminución de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas, el peumo que no está adaptado para estas condiciones probablemente perezca dando paso al crecimiento del Quillay que sí lo está.
La sucesión ecológica es un proceso detonado por los fuertes cambios que experimentan las condiciones ambientales de un ecosistema. Para este caso, las perturbaciones pueden haber sido provocadas por incendios forestales, tala excesiva, disminución de nutrientes del suelo o sobrepastoreo.
Una de las perturbaciones sufridas por este ambiente fue la extracción de tierra de hojas llevada a cabo durante el siglo pasado, actividad que reduce considerablemente la calidad del suelo para la vegetación del bosque debido a que la sustracción de la materia orgánica compuesta por hojas en descomposición disminuye la disponibilidad de nutrientes.
Un liquen puede parecer un solo organismo, pero en realidad es una entidad compleja formada por varios organismos que viven en simbiosis, constituidos por un hongo, que es el elemento principal, y un alga verde y/o una cianobacteria.
Son esencialmente colaborativos, no competitivos, ninguno domina al otro. El alga o cianobacteria se encarga del alimento y el hongo le proporciona un hogar. Mientras el segundo no es capaz de llevar a cabo la fotosíntesis, sí lo hace el componente de alga, quien aporta los nutrientes -principalmente nitratos de carbono y compuestos del nitrógeno- para que el hongo pueda desarrollar el metabolito secundario. Por su lado, el hongo aporta la capacidad de adherirse al sustrato y protección, aparte de sales y aguas de minerales que obtiene del sustrato.
Son capaces de colonizar casi todos los ecosistemas conocidos,pudiendo sobrevivir a condiciones meteorológicas extremas. Sin embargo tienen un punto débil, puesto que son muy sensibles a contaminantes como el dióxido de azufre y el amoniaco. En este sentido, son un interesante bioindicador de las condiciones ambientales de un lugar, actuando como un medidor natural de la contaminación. Entonces, mientras más líquenes encuentres, más limpio estará el aire y el agua en ese lugar.
A lo largo del sendero habrás visto líquenes adheridos a rocas y a cortezas. Fíjate que los primeros tienen formas crustáceas y están completamente adheridos a la roca, mientras los segundos pueden adoptar también formas fruticulosas, como las que proliferan en los troncos y ramas de los litres y espinos que te rodean.
Al descender al fondo de la quebrada,sentirás la humedad de un ambiente propicio para el establecimiento de especies de árboles hasta ahora no vistas como:
la Patagua (Crinodendron patagua)
Se trata de un árbol leñoso siempre verde de crecimiento rápido, endémico de Chile, cuya corteza contiene tanino, una sustancia utilizada para curtir cueros. Sus hojas son simples, de forma alargada y borde aserrado. Sus hermosas flores son blancas, de cinco pétalos, con importancia melífera. Su fruto adopta la forma de una cápsula seca, que, al madurar a fines de otoño, se abre para liberar sus semillas, las que germinan al finalizar el invierno.
el Canelo (Drimys winteri)
Árbol sagrado de pueblo mapuche, es un árbol siempre verde que habita sólo en Chile y en la Argentina occidental. John Winter llevó muestras de esta planta a Inglaterra, al considerarla muy útil para combatir el escorbuto, enfermedad que diezmaba a las tripulaciones que sorteaban el estrecho de Magallanes en la era de las exploraciones. Su apellido quedó asociado al nombre científico de la planta.
Estamos en el fondo de una pequeña quebrada que se llama La Buitrera. Se trata de un colector de aguas secundario que abastece al estero Rabuco, principal efluente de la cuenca de Ocoa.
Su patrón de drenaje está formado por afluentes primarios y secundarios, que se unen libremente en cualquier dirección, teniendo la forma de una mano extendida donde cada afluente del río principal equivale a cada dedo de las manos.
Habrán visto que las laderas de los cerros que nos rodean presentan formas de avenamiento, que son característicos de rocas ígneas macizas sin un control estructural. Se trata de rocas formadas por la solidificación del magma; a través de un proceso de cristalización, que resultó del enfriamiento de los minerales y del entrelazamiento de sus partículas.
Rocas fragmentadas que ruedan a paso lento en dirección a los ejes de las quebradas, que son arrastradas en días de furor lluvioso y de remociones en masa, y sujetas a una continua meteorización durante sus largos periodos de asentamiento en cada lugar.
Los bolones de piedra son característicos del pulimento de materiales rocosos más gruesos generados por el escurrimiento superficial del agua. Sus partículas más finas se fueron desprendiendo, liberándose de la capa de maicillo que los cubría.
En la zona de clima mediterráneo del Chile central es muy característico que, en las laderas expuestas al norte, predominen las comunidades vegetales del matorral espinoso. Típicas de ambientes áridos, sus duras y afiladas espinas son el resultado de la transformación de sus hojas, lo que ha permitido reducir la transpiración de la planta y economizar agua para su sustento.
Entramos primero a una comunidad arbustiva donde aparece el Matorral de Tevo (Retanilla trinervia), acompañado de formas bajas de litre y quillay, El Tevo es un arbusto de ramas con espinas horizontales en pares en sus ramas -para defenderse de los depredadores-, con hojas de tres nervios y flores amarillentas de primavera, que da una drupa como fruto, peluda y ovoide.
Desde muy antiguo, la epidermis de sus cortezas en cada rama han servido para tratar hematomas y pequeñas heridas superficiales, extrayéndose con la uña y aplicándose luego como un ungüento en la zona afectada. Se dice que fue muy utilizada por los picunches para curar sus heridas después de sus batallas.
Su flor es muy aromática y se ha aplicado en la producción de perfumes.
A lo largo de este recorrido es posible experimentar las diferencias en la vegetación que predomina lo cual viene dado principalmente por el grado de exposición solar que recibe cada ladera.
En las laderas de exposición sur, es decir, aquellas que reciben menor insolación durante el día se puede observar un bosque con árboles de gran altura que te hacen sentir envuelto por las hojas y ramas de las copas del esclerófilo. Al caminar puedes percibir un notorio aroma a “bosque” el cual es una mezcla entre las fragancias expelidas por las hojas de árboles como el Peumo (Peumus boldus), el Boldo (Cryptocarya alba), el Quillay (Quillaja saponaria), el Belloto del norte (Beilschmiedia miersii), el Litre (Lithraea caustica) y el Molle (Schinus latifolius). La materia orgánica que se encuentra en descomposición en este húmedo suelo también aporta a la fragancia del bosque.
En las laderas de exposición norte, es decir, aquellas que manifiestan condiciones más áridas puesto que reciben la luz solar durante casi todo el día, la experiencia es muy diferente. Ahora predominan especies propias del matorral, es decir, que crecen más cerca del suelo. No tardarás en notar que los arbustos tienen muchas ramificaciones, muchas de ellas secas y con espinas, y que el suelo ya no es de color oscuro y de gran humedad sino que ha sido colonizado por distintas hierbas que, dependiendo de la época de tu visita, podrán estar completamente verdes o complemente secas.
Desde esta roca cubierta por líquenes podrás observar cómo estas diferencias se dibujan claramente en el paisaje. Pero esta roca también tiene una historia que contar y es que como puedes observar ha ido perdiendo capas como una cebolla. Este proceso se llama meteorización y ocurre cuando la acción del agua y otros procesos que desgastan la roca, producen el desprendimiento del material en forma de láminas.
Observa las grandes diferencias de vegetación que hay a un lado y otro de la quebrada. Al frente, se concentran las comunidades del bosque esclerófilo. En esta, las del matorral espinoso.
La exposición de las laderas respecto de los movimientos del sol pueden ser de solanas y de umbrías. En nuestro hemisferio Sur, las que miran al norte, las de solanas, están más expuestas a la luz solar, al calor y a la aridez; mientras que aquellas que lo hacen al sur, las umbrías, son más sombrías y frías.
Estas diferencias en la vegetación nos permiten orientarnos espacialmente, al poder leer el significado de los mosaicos que forman los paisajes de bosque y matorral.
Los fondos de quebradas, por su parte, más sombríos y húmedos, permiten la formación de un bosque más denso que se dibuja linealmente en su descenso por las laderas.
Los hornos de barro se encuentran presentes en distintos sectores del parque, no todos son de fácil visibilidad puesto que muchos de ellos se encuentran ocultos por barro y plantas que han crecido sobre sus escombros. Los hornos son un vestigio de una de las principales actividades económicas tradicionales de Chile Central: la elaboración de carbón. Esta actividad data desde los tiempos de la colonia y el proceso partía con la extracción de leña de árboles del bosque esclerófilo, de mayor preferencia espino, boldo, litre y peumo. Luego, la leña era introducida en el horno de barro y quemada en condiciones casi completamente herméticas para elaborar el carbón.
Los hornos eran construidos con capas de barro fresco y arcilloso dispuesto de forma curvada, estructura a la que luego se le realizaban perforaciones pequeñas por todo el contorno para permitir la salida del humo. La puerta solía ser un trozo de latón ubicado en la parte inferior del horno y era sellada con barro una vez que se encendía el fuego.
Actualmente, debido a que las especies arbóreas nativas se encuentran sujetas a diversas amenazas, se ha prohibido su uso para la elaboración de carbón debido a que su extracción y tala excesiva han contribuido a la pérdida de superficie del bosque esclerófilo.
Ahora alternamos con otra comunidad del matorral espinoso, donde predominan las suculentas como el Chagual (Puya chilensis) y el Quisco (Leucostele chiloensis). Compartiendo su espacio con una estrata arbustiva bien diversificada, pero con una más pobre estrata herbácea.
A fines del siglo XVIII, el abate Juan Ignacio Molina describió por primera vez la puya, nombre de origen mapuche, como un género sudamericano. Esta especie habita sólo en Chile central en laderas de cerros de la cordillera de la costa y en los valles transversales, teniendo una mínima presencia en la cordillera de los Andes.
Sus hojas forman grandes rosetas y poseen fuertes espinas en sus bordes. Del centro nace un tallo poderoso que culmina en una agrupación de muchas flores, las que son muy visitadas por picaflores e insectos. Florece en primavera desde septiembre hasta noviembre, aunque no lo hace cuando el invierno anterior ha sido muy seco.
Esta planta es usada para reproducirse por la mariposa del chagual, la más grande de Chile. Esta pone sus huevos en su base y sus crías viven como orugas entre uno o dos años para que se produzca su metamorfosis.
El quisco crece en forma de árbol, como un candelabro ramificado, de hasta 8 metros de alto. Destaca por su grueso tallo, jugoso y con espinas, por sus grandes flores blancas en forma de embudo y por sus frutos parecidos a la tuna. Endémica de Chile, habita entre las regiones de Atacama y el Maule.
También están aquí presentes algunos individuos de palma chilena, así como en las comunidades boscosas recién visitadas, lo que demuestra una gran versatilidad para asentarse ante distintos requerimientos ambientales y de asociaciones vegetacionales.
No está muy claro el origen de estos vestigios de la actividad humana.
De acuerdo al Consejo de Monumentos Nacionales “Las piedras tacitas son restos arqueológicos característicos de la zona central de Chile, que habrían sido elaborados por pueblos cazadores recolectores hace más de 10.000 años. Aunque se presentan en una diversidad de tamaños y formas, se trata generalmente de una superficie rocosa horizontal y plana, en la que se han labrado concavidades de poca profundidad en forma circular u oblonga. En general, se ubican en espacios asociados a un uso ritual, aunque se estima que habrían sido empleadas fundamentalmente para la molienda de semillas, lo que daría cuenta del impacto del cambio climático en las costumbres humanas, pues esta técnica habría sido empleada para proveer de alimentación a las bandas recolectoras, tras el fin de la mega fauna”.
Los estudios arqueológicos practicados en el parque nacional han encontrado algunas evidencias de presencia humana del período Alfarero Temprano. Se trata de comunidades del llamado Complejo Cultural Llolleo, presentes entre los años 300 y 900 d.C, que se asentaban en torno a valles y quebradas, viviendo en pequeños grupos y alimentándose de recursos cercanos.
Aunque eran cazadoras de fauna, los vegetales también formaban parte fundamental de su dieta, lo que se evidencia en el uso de manos y piedras de moler, así como con estas piedras horadadas.