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Análisis de paisaje

El Parque Nacional La Campana, en la región de Ocoa, ofrece un paisaje diverso y cautivador. Desde sus imponentes cumbres y montañas, como el Cerro La Campana, que se eleva majestuosamente sobre el horizonte, hasta sus frondosos bosques nativos, que albergan una variada flora y fauna. Los extensos senderos permiten explorar sus bosques de esclerófilas, atravesar ríos y cañones, y descubrir las maravillas geológicas y arqueológicas que decoran este parque nacional.

Cerro La Campana

Circuito El Palmar - Punto N°2

“La actividad minera en los Andes es milenaria, tal vez tan antigua como el hombre en nuestro continente. La extracción de sal y boratos de los salares, la explotación de los bancos de arcilla para la fabricación de recipientes cerámicos, la extracción de vidrio volcánico y basaltos para la confección de puntas de proyectil u otras herramientas cortantes, la recolección de sedimentos de diferentes tonalidades para su empleo como pigmentos, la localización de vetas de cuarzo y rocas semipreciosas para la elaboración de adornos, los afloramientos de roca granítica con la que fabricaban martillos, molinos o esculturas, la utilización de barro para los ladrillos y revoques y la lista continúa con cuantiosas variedades de elementos de origen volcánico, metamórfico y sedimentario que fueron utilizados para distintos fines desde tiempos inmemoriales”.

Christian Vitry, Montañista y Antropólogo

“La historia se remonta a la época de la conquista, cuando los españoles recién llegados al Valle de Limache oyeron, por parte de los aborígenes locales, que en tiempos remotos el cono de La Campana era un peñasco reluciente de oro y pedrerías, codiciado por una nación extranjera y valerosa, que vino a conquistarlo, pero que los machis, o brujos del lugar, resolvieron burlar la codicia de los forasteros, disponiendo que en una noche cayera una capa espesa de granito sobre el cerro encantado, la cual oculta para siempre sus codiciados tesoros”.

Andrés González Valencia

Cordones montañosos

Circuito El Palmar - Punto N°3

Mira este paisaje de amplia perspectiva. Una vista panorámica que abarca casi por completo el sector Ocoa del Parque Nacional La Campana

A nuestra derecha, destaca el macizo del cerro La Campana, con su cumbre de 1.828 msnm. Desde allí, siguiendo por la línea de cumbres hacia la izquierda, descendemos hasta alcanzar un punto más bajo. Ahí está el portezuelo de Ocoa, por donde pasa el sendero que une este sector del Parque con los de Cajón Grande y Granizo.

Luego la línea asciende y es interrumpida por el morro El Labrado, que está en un plano más cercano, dividiendo las aguas de las quebradas El Amasijo (derecha) y Cuarzo (izquierda) . A su izquierda se asoman al fondo la Punta Imán (derecha), de 2.035 msnm y el cerro El Roble (izquierda), de 2.222 msnm, que demarcan el límite del Parque con la comunidad de Caleu y la Región Metropolitana.

Y más a la izquierda, la línea de cerros más próxima, donde destaca el morro El Litre de 1.621 msnm, demarca el cierre del Parque Nacional por el norte, con su tercera quebrada colectora, La Buitrera, hacia abajo.

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Mirador al Amasijo

Circuito El Palmar - Punto N°11

El Parque Nacional La Campana se ubica en la cordillera de la Costa, inmediatamente al sur del río Aconcagua, cuyo valle transversal corresponde al último de su especie, antes de la formación del valle central y la depresión intermedia hacia el sur. Posee un total de 8.000 ha de superficie y se divide en tres sectores: Ocoa,de 5.440 ha; Granizo, de 972 ha. y Cajón Grande, de 1.588 ha.

En la creación del Parque Nacional se consideró la protección de dos especies en particular, la palma chilena (Jubaea chilensis), especie endémica de Chile central, en estado vulnerable, y el roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa) también endémico de Chile.

Estamos en el sector de Ocoa mirando hacia el área núcleo del Parque, donde se concentra la mayor cantidad de palmas chilenas. Tras la línea de cumbres están los sectores de Granizo y de Cajón Grande donde yacen y terminan los bosques de robles. Se trata de un sector de transición entre un clima semi-árido a otro mediterráneo, donde se traza el límite septentrional de toda la familia de Nothofagacae chilena.

Un entusiasmado Francesco Di Castri se refería así a las particularísimas características del Parque Nacional:

“Constituye una verdadera recapitulación biogeográfica y ecológica, en un espacio tan reducido, de casi todos los ecosistemas que se encuentran a lo largo de Chile. Matorrales xerófitos, en las laderas de exposición norte, como los del Norte Chico hasta Paposo; bosques de roble (Nothofagus), canelo, peumo, boldo y palma en las quebradas y laderas de exposición sur; pequeñas estepas en la cumbre del Cerro El Roble, similares a aquellas del Norte Grande y la Patagonia. ¿Y qué decir de la extremada riqueza de su biodiversidad? Especies de origen paleoantártico, valdiviano, neotropical y andino, todas entremezcladas, hasta constituir el más original de los mosaicos biológicos.”

Divisoria De Aguas

Circuito El Quillay - Punto N°1

Las líneas de cumbre que observamos corresponden a divisorias de aguas entre distintas cuencas hidrográficas. La parte visible corresponde a la cuenca de Ocoa, que vierte sus aguas al río Aconcagua.

¿Y la invisible? El segmento de línea que está a tu derecha y que culmina en la cumbre del cerro La Campana, separa aguas de la quebrada de El Bellotal de Rabuco, que también vierte hacia el Aconcagua. Atrás del segmento que continúa a la izquierda de tal cima hasta la de la Punta Imán, las vierte al estero Limache, cuyas aguas alimentan también el río Aconcagua a apenas 8 km de su desembocadura en el Pacífico.

Entre la Punta Imán y el cerro El Roble, nos separamos de la mini cuenca del estero Caleu, cuyas aguas vierten primero al estero Til Til y luego sucesivamente a los esteros Lampa y Colina y de allí a los ríos Mapocho y Maipo hasta culminar su tránsito en el mar, en el límite de las comunas de San Antonio y Santo Domingo.

Y tras las línea que continúa a la izquierda del cerro El Roble, sus aguas también vierten a esteros tributarios del río Aconcagua.

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Sucesión ecológica

Circuito El Quillay - Punto N°3

Los cambios en las condiciones climáticas y en los usos del suelo favorecen procesos de colonización de nuevas especies y de extinción de otras, las que dejan huellas observables en el tiempo y en el espacio.

De esta manera, no es raro que en períodos largos de sequía las superficies de bosque vayan cediendo espacio a las especies del matorral espinoso y xerófitas, las que gracias a la modificación de sus hojas, tallos y raíces son capaces de absorber y retener el agua durante largos períodos de tiempo para sobrevivir.

Como ves, nada es estático en la naturaleza. Los ecosistemas se vuelven más o menos complejos, de acuerdo a la diversidad de seres vivos que contienen y que atraen.

Laderas

Circuito El Quillay - Punto N°10

A lo largo de este recorrido es posible experimentar las diferencias en la vegetación que predomina lo cual viene dado principalmente por el grado de exposición solar que recibe cada ladera.

En las laderas de exposición sur, es decir, aquellas que reciben menor insolación durante el día se puede observar un bosque con árboles de gran altura que te hacen sentir envuelto por las hojas y ramas de las copas del esclerófilo. Al caminar puedes percibir un notorio aroma a “bosque” el cual es una mezcla entre las fragancias expelidas por las hojas de árboles como el Peumo (Peumus boldus), el Boldo (Cryptocarya alba), el Quillay (Quillaja saponaria), el Belloto del norte (Beilschmiedia miersii), el Litre (Lithraea caustica) y el Molle (Schinus latifolius). La materia orgánica que se encuentra en descomposición en este húmedo suelo también aporta a la fragancia del bosque.

En las laderas de exposición norte, es decir, aquellas que manifiestan condiciones más áridas puesto que reciben la luz solar durante casi todo el día, la experiencia es muy diferente. Ahora predominan especies propias del matorral, es decir, que crecen más cerca del suelo. No tardarás en notar que los arbustos tienen muchas ramificaciones, muchas de ellas secas y con espinas, y que el suelo ya no es de color oscuro y de gran humedad sino que ha sido colonizado por distintas hierbas que, dependiendo de la época de tu visita, podrán estar completamente verdes o complemente secas.

Desde esta roca cubierta por líquenes podrás observar cómo estas diferencias se dibujan claramente en el paisaje. Pero esta roca también tiene una historia que contar y es que como puedes observar ha ido perdiendo capas como una cebolla. Este proceso se llama meteorización y ocurre cuando la acción del agua y otros procesos que desgastan la roca, producen el desprendimiento del material en forma de láminas.

Exposición de laderas

Circuito El Quillay - Punto N°11

Observa las grandes diferencias de vegetación que hay a un lado y otro de la quebrada. Al frente, se concentran las comunidades del bosque esclerófilo. En esta, las del matorral espinoso.

La exposición de las laderas respecto de los movimientos del sol pueden ser de solanas y de umbrías. En nuestro hemisferio Sur, las que miran al norte, las de solanas, están más expuestas a la luz solar, al calor y a la aridez; mientras que aquellas que lo hacen al sur, las umbrías, son más sombrías y frías.

Estas diferencias en la vegetación nos permiten orientarnos espacialmente, al poder leer el significado de los mosaicos que forman los paisajes de bosque y matorral.

Los fondos de quebradas, por su parte, más sombríos y húmedos, permiten la formación de un bosque más denso que se dibuja linealmente en su descenso por las laderas.

Quebrada colectora

Circuito La Cascada - Punto N°4

Una quebrada colectora corresponde a un escurrimiento que recibe afluentes de toda una cuenca, permitiendo su drenaje por medio de un río. Dependiendo de la época del año en que visites este punto, la quebrada puede aparecer completamente seca o manifestarse en forma de un estero de aguas cristalinas a causa de las lluvias. De cualquier manera, la marca que esta quebrada colectora ha dejado en el paisaje es innegable. Es posible observar la huella del agua, que ha arrastrado rocas, depositadas a lo largo de su lecho para luego, con los años, modelarlas con las formas redondeadas que puedes apreciar.

Pero tú no eres la única persona que se ha quedado absorta con la belleza de la composición de este paisaje. A finales del siglo XIX, Onofre Jarpa, pintor paisajista chileno plasmó su impresión de la belleza escénica de la quebrada en su hermosa pintura llamada “Palmas de Ocoa”, que actualmente se ubica en el Museo Nacional de Bellas Artes. En esta obra se puede ver el retrato de lecho de rocas irrigado por el agua cristalina, inmerso en la maravillosa vegetación y las palmas que se han conservado hasta nuestros días.

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Análisis del paisaje

Circuito La Cascada - Punto N°10

Este mirador te permitirá observar los sistemas naturales que integran la composición paisajística del Parque Nacional La Campana. Desde aquí puedes observar una panorámica de los accidentes topográficos del paisaje y la manera en que los procesos propios de la dinámica de las laderas, como la gravedad y la lluvia, han suavizado los pies de monte. También puedes observar cómo se prolonga el cordón montañoso en el que te encuentras situado justo ahora y divisar otros que, a lo lejos, se extienden por el valle de Ocoa.

También puedes apreciar la vegetación que cubre casi toda la superficie observable. Puedes notar algunas diferencias entre lo que existe en una vertiente, respecto de la otra. Además, notarás que los colores de vegetación más oscura dibujan las zonas más húmedas permitiendo divisar a lo lejos aquellos sectores que corresponden a quebradas o esteros.

Flujo detrítico

Circuito La Cascada - Punto N°13

El paisaje del Parque Nacional La Campana está en constante actividad, los procesos geomorfológicos están ocurriendo por todos lados y en todo momento. Como puedes observar si miras hacia el cerro El Roble, podrás observar unos flujos de material descendiendo desde las partes más altas. Los detritos son el resultado de la desintegración de las rocas de las laderas de los cerros por factores como las lluvias, el derretimiento de nieve o la oscilación de la temperatura durante el día. Los flujos de detritos son un proceso de remoción y transporte de este material rocoso desprendido, por motores como la gravedad o las lluvias. Cuando el flujo pierde velocidad se deposita en los fondos de quebradas dibujando estas manchas alargadas en la parte alta de las laderas. ¿Cuántos flujos de detritos logras divisar desde el punto en que te encuentras detenido?.

Bosque esclerófilo y neblina costera

Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°6

Durante los inviernos, espesas neblinas de mañana que vienen desde el mar y son impulsadas por los vientos, penetran por el valle de Olmué, se estrellan contra el sistema montañoso de los cerros La Campana y El Roble y son aprovechadas por el bosque esclerófilo para asentarse.

Este mismo fenómeno se le conoce más al norte como "camanchaca". Está formada por una capa de nubes de tipo estratocúmulos que cubren en forma persistente una franja costera que recorre desde Perú hasta Chile central.

La vegetación se ve favorecida por factores de compensación climática como influencia de estas neblinas costeras, la baja incidencia de la radiación solar y su ubicación en la zona de barlovento de la cordillera de la Costa.

Estamos en medio de la comunidad vegetal del bosque esclerófilo de peumo y boldo, con una estrata de árboles perennes, pobre en arbustos y una estrata herbácea con algunos helechos y abundancia de enredaderas.

El Peumo (Cryptocarya alba), es un árbol perennifolio, endémico de Chile, que crece entre las provincias de Limarí por el norte hasta la de Cautín por el sur. Florece entre noviembre y diciembre. Puedes reconocer sus flores de color amarillo o su fruto carnoso, elipsoide, blanco o rosado.

El Boldo (Peumus Boldus), también árbol perennifolio endémico de Chile, crece entre la bahía de Tongoy y Osorno. Florece desde junio a agosto. Su fruto carnoso, de color verdeamarillento, es dulce y aromático. Sus hojas ovaladas y ásperas, se utilizan como infusión para atender problemas del hígado.

Quebrada el Amasijo

Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°10

Pon atención a la quebrada que ves bajo tus pies. Se llama el Amasijo. Sus aguas abastecen al estero Rabuco, el que nace cuando éstas se juntan con las provenientes de la quebrada El Cuarzo, a tu derecha, y muere cuando vierte sus aguas en el río Aconcagua.

De las cumbres de esta pequeña cuenca se han desgajado bloques de rocas, rodando cuesta abajo por sus laderas inclinadas en distintos ángulos. Depositadas allí por algún accidente natural; luego fragmentadas por efectos del agua y los cambios de temperatura, hasta convertirse poco a poco en maicillo y mezclarse con barros.

Y es en este especial escenario donde se asienta la mayor población de palmas chilenas, la especie de palma más meridional del planeta, endémica de Chile central. Se trata de una verdadera sobreviviente de los bosques tropicales que existieron hace 30 millones de años en nuestro territorio, antes que se formara la cordillera de los Andes la que actuaría a futuro como una. barrera para tales intromisiones de especies.

Sobreviviente también a la posterior sobreexplotación que sufrió desde la Colonia hasta fines del siglo pasado, producto de la extracción de su savia y la fabricación de una apetecida miel. Se estima que actualmente existe apenas un 5 por ciento de lo que fueron sus poblaciones originales.

Un estudio de 2017, orientado a cuantificar el número de ejemplares en sus distintas distribuciones geográficas en el país, entre La Serena por el norte y Pencahue por el sur, calculó una población total de 121 mil ejemplares. ¡Y casi dos tercios de estos individuos se concentran aquí, en el pequeño valle de Ocoa!

El Amasijo

Travesía Granizo - Ocoa - Punto N°12

Estamos en el área núcleo del Parque Nacional La Campana, en una zona donde se concentra el objeto principal de protección que motivó la creación del Parque Nacional: la Palma chilena.

Investigadores de la Universidad de Chile realizaron estudios de diversidad genética de la especies en las distintas localizaciones donde se encuentra la palma chilena en el país, revelando que existe una alta consanguinidad entre éstas, lo que expresa rasgos endogámicos que disminuyen sus capacidades de adaptación y evolución ante los cambios en el ambiente, conllevando un mayor riesgo de extinción.

Los cruzamientos se realizan entre plantas de la misma población o “familiares cercanos” y hay escasa sobrevivencia de plántulas en forma natural. Por otro lado, la dispersión natural de semillas -otro mecanismo que promueve el intercambio de genes- es realizada por pequeños roedores como el Degú (Octodon degus) y el Cururo (Spalacopus cyanus), animales que se alimentan de estas semillas, y que las trasladan de un lugar a otro, pero lo hacen a distancias no mayores a seis metros, a diferencia de lo que ocurría antiguamente, cuando este proceso era realizado por especies más grandes, como la megafauna extinta o el guanaco, que movían estos frutos a mayores distancias.

Entre las causas de esta baja diversidad genética destacan la fragmentación del hábitat, el deterioro del bosque mediterráneo, las actividades humanas, la falta de animales que dispersen sus semillas a larga distancia y el déficit de regeneración natural.